Por definición un libro está hecho para ser leído. Pero esto no ha sido así con el libro que nos concierne: El Manuscrito de Voynich.
El nombre le viene de un librero anticuario estadounidense que adquirió el libro en 1912 de un seminario jesuita en Frascati, al sur de Roma, Italia. Pero lo mas probable es que llevara varios siglos en el fondo de un baúl antes de que lo comprara.
A primera vista parece un tratado de botánica medieval, acerca de la recolección y preparación de plantas medicinales, con numerosos dibujos y mapas astronómicos. Todo ello decorado con figuras femeninas desnudas.
Lo intrigante es que (a parte de la clave secreta) la mayor parte de las plantas son imaginarias.
El manuscrito, de tamaño 15x23cm, poseía originalmente 232 páginas de las cuales se conservan 204, ya que 28 se perdieron. Las hojas poseen coloridos dibujos y anotaciones hechas a mano en una clave secreta.
Pese a los esfuerzos realizados por eruditos de todos los tiempos por descifrarlo, ha sido totalmente imposible.
El autor y los orígenes son inciertos, pero adjunto al libro se halló una carta del rector de la universidad de Praga, Johannes Marcus Marci, fechada el 19 de agosto de 1666 y dirigida a Athanasius Kircher, un erudito jesuita. Y según esta, el manuscrito era de Roger Bacon, científico del siglo XIII.
Marcus Marci comenta que el sacro emperador romano, Rodolfo II de Praga había comprado el libro por 600 ducados. Aunque no se sabe cómo llegó a sus manos, se cree que fue llevado a Europa desde Inglaterra sobre el año 1854.
Cuando la viuda de Voynich, Ethel de 96 años, murió en 1960 otro librero, Hans Kraus, compró el manuscrito.
Después de varios intentos fallidos de venderlo lo dió por imposible y entregó el mannuscrito indescifrable a la Biblioteca de Yale en 1969 donde todavía se encuentra.
Todos sus secretos permanecen aún ocultos entre sus tapas en espera de algún criptógrafo que pueda descifrarlos.
Y por si a alguien le ha picado el gusanillo y desea saber algo más, aquí os dejo el documental correspondiente.
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