OBJETOS INSOLITOS II: Los Caraconos


Para sorprenderos hoy os traigo otro artilugio para la cabeza:  los "Caraconos". 

Este chisme era algo tan simple como un cono de plástico que se adaptaba a la cara para protegerla durante las nevadas o tormentas.


Elegantes señoritas usando los "Facecones" en torno a 1939.
Lo que no me termina de quedar claro es por donde se renueva el oxígeno, ó que haces cuando se te empaña con el frío ó que carajo se hace con el chisme cuando llegas a tu destino o cuando para la nevada, porque andar con eso todo el día en la mano ha de ser un asco.





PD: Y por si alguien lo anda pensando: No, el nombre no tiene nada que ver con los "Coneheads" ó Cabezacono, por mucho que en España lo tradujeran con el cu-- y les pusieran Caraconos.

OBJETOS INSOLITOS I : El Aislador.



Con este post de hoy quiero iniciar una serie de miniposts que van a demostrar algo que yo ya tenía claro hace tiempo: El ser humano está como un cencerro.

Y es que el hombre, según dice de sí mismo, podrá ser el ser vivo "más inteligente" sobre el planeta Tierra, pero desde luego, a veces, tiene algunas patinadas mentales que no sé en que puesto le dejan.

Para ello a partir de ahora vamos a sumergirnos en el fascinante mundo de las "brillantes ideas" surgidas aproximadamente en la primera mitad del siglo XX para crear nuevos e insólitos objetos de uso cotidiano.

Y que mejor manera de empezar que con "el aislador", que debo reconocer que es uno de mis favoritos.

Pues bien, el dichoso chisme, el cual data de 1925, consiste en un casco hasta los hombros, unido a una bombona de oxígeno.

El autor usando su propio invento en 1925

La finalidad era mantenerse centrado en la labor a realizar, ya que el casco te aislaba del ruido del mundo exterior, los mini agujeritos para los ojos mantenían focalizada la mirada y gracias al oxigeno no te daba un jamacuco.

Lo que no se si el autor pensó en la sensación brutal de claustrofobia que tiene que producir estar ahí enclaustrado. Por no hablar de la consecuente disnea.

En fin, que a mi no me ponen ese chisme ni harta de vino, pero oye, que gustos hay para todo, y al menos hay que admitir que la idea curiosa es.